Desinfo en Ucrania
Desinformación en Ucrania (L)
Las campañas de desinformación del Kremlin han tenido una especial relevancia en la guerra de Ucrania; Rusia ha orquestado una campaña de desinformación continua y coordinada controlada por el Estado y dirigida a la población rusa. Ciertamente, el Kremlin, respaldado por los medios de comunicación controlados por ellos mismos y un «ecosistema» más grande de medios de comunicación pro-Kremlin, no han parado durante todo el conflicto de denigrar a Ucrania, mostrarla como una amenaza para la seguridad mundial y especialmente de Rusia, y atacar a la comunidad internacional por apoyar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Ucrania como estado soberano.
La campaña, además de atacar a Ucrania, también ha estado dirigida contra el papel de la UE y otras organizaciones internacionales, en concreto la OTAN, presentándolos deliberadamente como conjeturadas amenazas agresivas contra las «legítimas preocupaciones de seguridad» de Rusia. Después de la reciente concentración de tropas rusas, que comenzó en la primavera de 2021 en la frontera con Ucrania y con la anexión de la península de Crimea, las operaciones de desinformación no han hecho más que aumentar.
Estos son los puntos y las narrativa rusa en las que se ha basado su campaña de desinformación:
Las tensiones actuales son el resultado del comportamiento agresivo continuo de Ucrania y sus aliados en Occidente. Rusia no hace nada más que defender sus intereses legítimos y no es parte responsable de este conflicto.
La UE es, en todo caso, débil e irrelevante. ¿Por qué molestarse siquiera en hablar con la UE?
En cualquier caso, Rusia no es responsable de las tensiones actuales en Ucrania. Ucrania ha violado deliberadamente los acuerdos de Minsk y Occidente está armando aún más a Ucrania. Rusia necesita reaccionar rápidamente defendiendo sus fronteras. La provocación viene de Occidente.
Debido a la expansión agresiva de la OTAN, Rusia ahora está “rodeada de enemigos” y necesita defenderse.
La crisis actual es culpa de la OTAN y de Occidente. Si hubieran cumplido con su promesa de no ampliar la Alianza, Rusia no se sentiría amenazada.
En cualquier caso, Ucrania debería mirar hacia Rusia porque la UE y Occidente no están interesados en el país y lo han dejado a su suerte.
La situación en Ucrania ha desencadenado este conflicto Existen pruebas de que Ucrania está cometiendo atrocidades contra su población ruso parlante en el este del país. Rusia tiene que intervenir, entre otras cosas, porque Ucrania y Rusia son “una sola nación”. Ucrania simplemente pertenece a la “privilegiada esfera de influencia” de Rusia.
A pesar de la narrativa rusa, lo que es evidente es que Rusia continúa violando el derecho internacional, así como otros acuerdos de los que ella misma forma parte. Por ejemplo, al anexionar ilegalmente la península de Crimea y perpetrar actos de agresión armada contra Ucrania, Rusia, que no hay que olvidar que es uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, “ha violado al menos doce tratados internacionales y bilaterales, entre los que se incluyen la Carta de las Naciones Unidas, el Acta Final de Helsinki y la Carta de París, que garantizan la igualdad soberana y la integridad territorial de los Estados, la inviolabilidad de las fronteras, la abstención de la amenaza o el uso de la fuerza, y la libertad de los Estados para elegir o cambiar sus propios acuerdos de seguridad” (EU vs desinfo, 2022).
En los últimos meses antes de la invasión a Ucrania los medios rusos lanzaban continuamente acusaciones de que Ucrania estaba atacando a su propio territorio y persiguiendo a sus propios ciudadanos, especialmente en el este ucraniano, en la región del Donbás. Los medios prorrusos, cuyos más destacados han sido “Russia Today” y Sputnik, han intentado por todos los medios de desacreditar a Ucrania, acusándola de un presunto genocidio, estableciendo paralelismos con el nazismo y la Segunda Guerra Mundial e inventando historias destinadas a influir en la población rusa para justificar la intervención militar en todo Ucrania.
En esta campaña de desinformación en la que se acusa a Ucrania de genocidio ha participado el propio presidente Putin. En diciembre de 2021, durante una entrevista a un periodista ruso que había sido encarcelado en Ucrania, Putin afirmaba que “lo que está sucediendo actualmente en las dos regiones orientales de Ucrania es “muy parecido” al genocidio”. Pocos días después, mientras que el presidente participaba en una larga sesión del Consejo para la Sociedad Civil y los Derechos Humanos de Rusia, discutiendo una variedad de temas, desde las vacunas contra el covid-19 hasta la reforma penitenciaria. En un momento, el periodista Kirill Vishinsky planteó la cuestión de las dos regiones del este de Ucrania, donde dijo que la población de habla rusa estaba sujeta a lo que denominó genocidio.
“Lo que está sucediendo ahora en Donbass, tú y yo lo vemos muy bien, lo sabemos”, respondió Putin. “Esto, por supuesto, recuerda mucho al genocidio del que hablaste”.
Al igual que tachar a ucranianos e genocidas, la narrativa rusa ha estado también apoyándose en la Segunda Guerra Mundial y su victoria contra los nazis. Sin duda, este tipo de apelaciones es una táctica efectiva por el peso emocional que tiene la Segunda Guerra Mundial en Rusia. La victoria soviética contra Hitler es el grito de guerra más poderoso de la nación, y es un episodio de la historia de los que el pueblo ruso se siente más orgulloso. Al evocar la Alemania nazi, los medios rusos leales al presidente Vladimir Putin están galvanizando el apoyo a su postura agresiva hacia Ucrania, tanto entre sus compatriotas como entre los ruso hablantes en el este de Ucrania.
El asalto propagandístico comenzó durante las protestas prooccidentales que duraron meses y que derrocaron al presidente prorruso de Ucrania en febrero del año 2014, la conocida revuelta del Euromaidan. Los medios de comunicación estatales rusos se volcaron en calificar las protestas como obra de los neonazis ucranianos; una acusación que tiene una cierta carga emocional porque nacionalistas ucranianos que colaboran con los nazis son todavía acusados de horribles ataques de represalia durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque es cierto que El movimiento de Maidan contenía un elemento ultranacionalista, conocido como el Sector de la Derecha, su influencia ha sido muy amplificada por los medios rusos, tildando el movimiento como pro-nazi. Putin ha apelado al sentimiento ruso de la Segunda Guerra Mundial al usar en numerosas ocasiones la palabra “nazis” para referirse a los manifestantes en Ucrania. Así, en numerosas ocasiones Putin ha advertido que “el neonazismo está en aumento” en Ucrania.
Al invocar imágenes de la Segunda Guerra Mundial, el Kremlin está apelando a las emociones de sus ciudadanos; millones de rusos murieron en batalla o fueron arrojados a campos nazis en una guerra que no dejó a ninguna familia sin verse afectada; se estima que el ejército rojo tuvo más de veinte millones de pérdidas. Sin duda, la Segunda Guerra Mundial es un capítulo que tiene una gran carga emocional en el pueblo ruso, de ahí que el continuamente referirse a los ucranianos como nazi está surgiendo el efecto de culpabilizar a Ucrania de todo lo que ha sucedido durante la guerra entre ambos países.
Por parte de los medios de comunicación rusos, existen muchos ejemplos de historias inventadas que rozan la fantasía, como el famoso ejemplo de un reportaje de la televisión rusa que acusaba a las fuerzas ucranianas de crucificar a un niño en el este de Ucrania al comienzo del conflicto. Pese a la poca veracidad del relato, la prensa rusa sigue inventando historias parecidas con el objetivo de tintar a la población ucraniana de perversa y anti rusa.
Realmente, no existen pruebas de que los residentes ruso parlantes o de etnia rusa del este de Ucrania sean objeto de una persecución, y mucho menos de un genocidio, perpetrado por el estado ucraniano. Esto se ha confirmado en informes publicados por numerosas instituciones de prestigio, como el Consejo de Europa, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
En el plano histórico, la elaborada afirmación de que Ucrania y Rusia son «una sola nación» es uno de los mitos más antiguos y profundamente arraigados utilizados contra Ucrania, y en favor de una anexión a Rusia; especialmente en la relevancia de Kiev, con la narrativa de la “Kiev de Rus”. Incluso desde una perspectiva histórica más amplia, en la que nos remontaríamos más de diez siglos, este argumento no está fundado. Si bien los dos países tienen raíces comunes que se remontan al Rus de Kiev, que existió a comienzos del siglo IX, no es lógico argumentar que, 800 años después, los ucranianos y los rusos son una sola nación, por el mero hecho de tener una raíz que, discutiblemente, se pueda identificar como el inicio de Rusia. A pesar de los largos períodos de dominio extranjero, en los que se encuentra la Unión Soviética, Ucrania tiene una fuerte cultura e identidad nacional y, además, es un país soberano que ha controlado su futuro desde su independencia de la URSS en 1991.
La idea de una «nación panrusa» sin fronteras políticas es una construcción ideológica que se remonta a la época imperial de los zares y que formó parte de las principales narrativas de la URSS; esta narrativa se ha empleado como instrumento para socavar la soberanía y la identidad nacional de Ucrania desde que empezara el conflicto. Desde 2014, el Gobierno ruso ha fomentado con renovado vigor el culto a este mito a fin de racionalizar y justificar su agresión militar contra Ucrania; para ellos no es un conflicto abierto contra otro estado, como lo pudiera ser Alemania o Estados Unidos, sino que es una acción para recuperar una identidad que se remonta siglos atrás y que fue la responsable del nacimiento de la patria rusa.
Otras de las desinformaciones más recurrentes en los últimos años por parte del Kremlin es que la OTAN prometió, en el año 1997, no expandirse más allá de Alemania oriental; es decir, como se puede apreciar en la ilustración de más abajo, que todos los países de la antigua URSS se quedasen fuera de la Alianza. Sin embargo, la realidad no es lo que el Kremlin afirma, pues nunca se hizo tal promesa, ni se le pidió a la OTAN que no se expandiera. Aun así, tanto el Kremlin como los medios de comunicación afines al Estado ruso afirman con frecuencia que al líder soviético Mijaíl Gorbachov se le prometió «verbalmente» que la OTAN no se expandiría más allá de la Alemania reunificada. Sin embargo, en 2014, el propio Gorbachov negó esta afirmación en una entrevista en la que manifestó que «el tema de la ampliación de la OTAN no se abordó en absoluto y no salió a colación en aquellos años. Lo digo con toda responsabilidad. Ni un solo país de Europa del Este planteó la cuestión, ni siquiera después de que el Pacto de Varsovia dejara de existir en 1991 (Korshunov, 2014).
Mapa de la expansión de la OTAN desde 1949
Como afirma el propio Gorbachov en su entrevista en Russia Today, Estos supuestos acuerdos verbales nunca se plantearon y, por lo tanto, no tuvieron lugar. Los miembros de la OTAN nunca asumieron ningún compromiso político o jurídicamente vinculante de no ampliar la Alianza más allá de las fronteras de la Alemania reunificada.
La afirmación de que la OTAN prometió no ampliarse, en cierta manera, contradice la esencia de la naturaleza misma de la Alianza. La OTAN, como alianza defensiva, no se está «expandiendo» en el sentido imperialista, si no que está aumentando su área de influencia como así lo han hecho todas las alianzas a lo largo de la historia. La “política de puertas abiertas” de la OTAN se basa en el artículo 10 del Tratado de Washington, que establece que la membresía está abierta a cualquier “Estado europeo en condiciones de promover los principios de este Tratado y contribuir a la seguridad del área del Atlántico Norte”. Por otro lado, las decisiones sobre la pertenencia a la OTAN dependen de cada uno de los solicitantes y de los treinta integrantes actuales de la Alianza. Cada Estado soberano puede elegir su camino, y los estados limítrofes o externos, como es el caso Rusia, no tienen derecho a bloquear a ningún país que solicite ser miembro del club.