Huntington
Samuel Philips Huntington
Pese a que hayan pasado más de dos décadas de la teoría de las civilizaciones de Huntington, muchos analistas y académicos rescatan muchas de sus teorías, especialmente después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La política mundial de la última década parecen confirmar las teorías de Huntington y su "choque de civilizaciones", que lejos de quedar obsoleto es, quizás, más válido que nunca.
Samuel Phillips Huntington (18 de abril de 1927-24 de diciembre de 2008) fue un politólogo y profesor de Ciencias Políticas en el Eaton College y Director del Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard. Conocido en el mundo entero por su obra "el choque de las civilizaciones" Huntington es toda una referencia dentro del realismo y de las relaciones de poder; especialmente Huntington hace un análisis de los Estados-Nación y sus enfrentamientos y rivalidades que, esencialmente, son una consecuencia de brechas culturales muy profundas que dan lugar a relaciones inestables. Por ejemplo, Huntington analiza las relaciones entre el islam y el cristianismo, la fractura en Ucrania como consecuencia de la civilización occidental y la ortodoxa, etc. Ha sido miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la Presidential Task Force on International Development, la Commission on the United States-Latin American Relationships y la Comission on Integrated Long Term Strategy.
Huntington argumenta que la política mundial ha entrado en una nueva fase, en el que la fuente fundamental de conflicto en esta nueva fase no ideológica ni principalmente económica principalmente; las grandes divisiones entre la humanidad y la fuente dominante de conflicto serán culturales . La idea defendida por la mayoría de los intelectuales se basan en el "fin de la historia" (el triunfo de la democracia), el regreso de las rivalidades tradicionales entre los estados nacionales y el declive del estado nacional debido a las fuerzas conflictivas del tribalismo y la globalismo, entre otros. Huntington refuta este planteamiento basándose en un enfoque más orientado a la historia de las civilizaciones y su influencia en las relaciones internacionales.
La principal hipótesis de Huntington se basa en que los Estados-nación seguirán siendo los actores más poderosos en la geopolítica mundial, pero los principales conflictos de la política global tendrán lugar entre naciones y grupos de diferentes civilizaciones; civilizaciones que debido a sus profundas diferencias culturales no pueden convivir en un mismo espacio y que, por lo tanto, aumentarán las tensiones y deteriorarán las relaciones entre Estados-Nación. Así, "el choque de civilizaciones" dominará la política global. Las líneas divisorias entre civilizaciones, que en ocasiones no concuerdan con las divisiones de los Estados, serán las líneas de batalla del futuro.
Durante un siglo y medio después del surgimiento del sistema internacional moderno con la Paz de Westfalia, los conflictos del mundo occidental fueron principalmente entre príncipes-emperadores, monarcas absolutistas y monarcas más moderados que intentaban expandir su poder, sus burocracias, sus ejércitos, sus economías mercantilistas y, lo más importante, el territorio que gobernaban. Bajo una determinada bandera que representaba una dinastía monárquica Europa se desangró durante siglos. En el proceso, que duró varios siglos, se crearon estados nación y, a partir de la Revolución Francesa, las principales fuentes de conflicto fueron entre naciones más que entre príncipes; el concepto de estado-nación dominaba las relaciones internacionales y también el motivo de las guerras. A Finales del siglo XIX empiezan a proliferar las guerras entre naciones, dejando en un segundo lugar a las guerras entre príncipes. Este patrón del siglo XIX duró hasta el final de la Primera Guerra Mundial; momento en el que, como resultado de la Revolución Rusa y de la reacción contra ella, el conflicto de naciones dio el relevo al conflicto de ideologías. Así, primero el conflicto ideológico se centró entre el comunismo, el fascismo-nazismo y la democracia liberal, y luego entre el comunismo y la democracia liberal. La Guerra Fría se caracterizó por la lucha entre las dos superpotencias, La URSS con el comunismo por un lado y EE, UU y Europa con el liberalismo por el otro. Ninguna de las dos competidoras era un estado nación en el sentido europeo clásico y cada una definía su identidad en términos de su ideología; un enfrentamiento que dominó las relaciones internacionales durante varias décadas hasta la caída del muro de Berlín. Sin embargo, la desintegración de la Unión Soviética dio lugar a una acentuación de las diferencias culturales entre los Estados-Nación; una confrontación entre civilizaciones. Así pues, el conflicto entre civilizaciones será la última fase en la evolución del conflicto en el mundo moderno.
Para Huntington la caída de la Unión Soviética supuso que la política internacional saliera de su fase comunismo-liberalismo, con lo que la "raison d´être" de las relaciones internacionales pasara a ser la interacción entre Occidente y las civilizaciones no occidentales y entre civilizaciones no occidentales. En la política de civilizaciones de Huntington, los pueblos y gobiernos de civilizaciones no occidentales ya no siguen siendo objetos de la historia como objetivos del colonialismo occidental, sino que, al igual que lo fue Occidente en exclusiva, tienen un papel importante como impulsores y moldeadores de la historia. Occidente deja de ser el motor de la historia y, cada vez más, civilizaciones distintas a occidente piden su protagonismo en el mundo y en las relaciones internacionales.
La civilizaciones de Huntington
Las civilizaciones de Huntington
Huntington dividió el mundo en “civilizaciones más relevantes" o con mayor influencia en las relaciones internacionales, que explicaban la configuración del mundo y la conflictividad del momento. Así Huntington argumentaba la existencia de las siguientes civilizaciones: La occidental, la latinoamericana, la ortodoxa, la islámica, la budista, la hindú, la africana, la japonesa y la sínica.
La civilización occidental, que comprende los Estados Unidos y Canadá, la mayor parte de Europa, Australia, Oceanía y casi todo Filipinas. La identidad de la civilización occidental, argumentaba Huntington se basaba principalmente en los valores de la cultura cristiana occidental (católica-protestante).
La civilización latinoamericana, incluida desde México hasta el sur del continente americano (excepto Guyana, Surinam y la Guayana Francesa). A pesar de esta clasificación, muchas personas en América del Sur y México las consideraba miembros de la civilización occidental.
La civilización ortodoxa, que comprende Rusia, Bulgaria, Chipre, Georgia, Grecia, Rumania, gran parte de la antigua Unión Soviética y Yugoslavia. Los antiguos países de la URSS, con una mayoría no ortodoxa, suelen quedar excluidos; Azerbaiyán y Albania por su fe musulmán y la mayor parte de Asia Central, así como regiones mayoritariamente musulmanas en los Balcanes, el Cáucaso y regiones del centro de Rusia como Tartaristán y Bashkortostán. Por otro lado, la Eslovenia católica y Croacia, y los estados bálticos protestantes y católicos también están excluidos. Destacar que tanto Azerbaiyán pese a ser musulmán y Armenia católica en su mayoría, sí están incluidos.
El mundo oriental es la mezcla de las civilizaciones budista, china, hindú y japonesa. Las áreas budistas de Bután, Camboya, Laos, Mongolia, Myanmar, Sri Lanka y Tailandia se identifican como separadas de otras civilizaciones, pero Huntington cree que no constituyen una civilización importante en el sentido de los asuntos internacionales.
La civilización sínica de China, las Coreas, Singapur, Taiwán y Vietnam. Este grupo también incluye a la diáspora china, especialmente en relación con el sudeste asiático.
La Civilización hindú, ubicada principalmente en la India, pero también comprende a Bután y Nepal.
La civilización japonesa considerada como un híbrido de civilización china y una cultura asiática más antigua.
La civilización islámica, formada por Oriente Medio (excepto Armenia, Chipre, Etiopía, Georgia, Israel, Malta y Sudán del Sur), el norte de África Occidental, Albania, Pakistán, Bangladesh, partes de Bosnia y Herzegovina, Brunei, Comoras, Indonesia, Malasia, Maldivas y sur de Filipinas.
La civilización del África subsahariana ubicada en el sur de África, África central (excluyendo Chad), África oriental (excluyendo Etiopía, las Comoras, Mauricio y la costa swahili de Kenia y Tanzania), Cabo Verde, Ghana, Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona.
Además de las civilizaciones, Huntington argumentaba que existían países con una determinada particularidad que no podían encuadrase dentro de estas civilizaciones. Por ejemplo, Etiopía y Haití están etiquetados como países "solitarios" que no pertenecen a ninguna civilización de las citadas anteriormente. Israel podría considerarse un estado único con su propia civilización, según Huntington, pero extremadamente similar a Occidente.
También Huntington identificaba a una serie de "países fracturados", que se caracterizan porque contienen grupos muy grandes de personas que se identifican con civilizaciones distintas. Uno de estos países es Ucrania que presenta una "fractura" entre su sección occidental dominada por católicos con una identidad cercana a los países de la UE y su este dominado por ortodoxos más próximos a Rusia. Además del caso ucraniano, la Guayana Francesa (fractura entre América Latina y Occidente), Benín, Chad, Kenia, Nigeria, Tanzania y Togo (todos separados entre el Islam y el África subsahariana), Guyana y Surinam (fractura entre hindúes y africanos subsaharianos), Sri Lanka (fractura entre hindúes y budistas) y Filipinas (fractura entre el Islam, en el caso de Mindanao; sínica, en el caso de Cordillera; y Occidente). Sudán también se puede clasificar entre los países de líneas de fractura, con una clara diferenciación entre el islam del norte y la cultura del África subsahariana; lo que en enero de 2011 supuso que el país se dividiera en dos.
Las relaciones entre las civilizaciones
Las relaciones y los posibles conflictos entre las civilizaciones Huntington las estudió según sus rasgos culturales, su tradición, su historia, el idioma y, lo que es más importante, la religión. Estas características eran claves para entender su diferenciación, lo que las distingue y que, en ocasiones, es fuente de conflicto. Estas diferencias fundamentales son el producto de siglos de historia y forman los cimientos de diferentes civilizaciones, lo que significa que se mantienen en el tiempo y son profundas. Las civilizaciones son duraderas y poco permeables, en el sentido de que son resistentes al cambio y, en la mayoría de los casos, entran en conflicto con otras civilizaciones cuando existe una determinada relación entre ellas.
Como consecuencia de la globalización y de las comunicaciones, el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más pequeño. Debido a esto, las interacciones tanto comerciales, políticas o culturales están aumentando en todo el mundo, lo que, según Huntington, intensifica la "conciencia de civilización", las particularidades de cada civilización y su identidad única y la conciencia de las diferencias entre civilizaciones y los puntos en común dentro de las civilizaciones. La modernización económica y los cambios sociales de las últimas décadas, ha supuesto que las personas se separen cada vez más de identidades locales o regionales; sin embargo, la religión ha reemplazado esta brecha, que proporciona una base para la identidad y el compromiso que trasciende las fronteras nacionales y une a las distintas culturas y naciones de una misma civilización.
El crecimiento de la conciencia de la civilización se ve reforzado por el papel dual de Occidente. Por un lado, Occidente ha dominado las relaciones internacionales de los últimos años, especialmente con la creación de organizaciones internacionales, como la ONU o el Banco Mundial, inspiradas en valores occidentales. Por otro lado, se está produciendo un fenómeno de retorno a las raíces entre las civilizaciones no occidentales; cada vez más las generaciones de jóvenes quieren recuperar su identidad que los diferencia de Occidente. Con la llegada de nuevas potencias regionales, como Irán o la India, o a nivel mundial como China, cada vez más países evalúan a Occidente como un agresor que no respeta o menosprecia su cultura, su religión, su idioma y sus costumbres; en palabras de Huntington, su civilización. Además de esto, el regionalismo económico está aumentando, con lo que las relaciones entre civilizaciones serán cada vez más complejas y esporádicas. Después del fin de la Guerra Fría, las relaciones entre las civilizaciones se volvieron más tensas, como lo fue la ruptura de la antigua Yugoslavia, Chechenia y últimamente Ucrania. Esta tendencia, argumenta Huntington, será la que moldee las relaciones internacionales de las próximas décadas.
En la siguiente ilustración se detallan las relaciones entre las distintas civilizaciones de Huntington que, como se puede apreciar, son conflictivas en algunos casos
Las relaciones de las civilizaciones de Huntington
En la ilustración se puede apreciar las relaciones entre las civilizaciones. Cuanto más grueso es la línea, más conflictividad existe entre ellas. Destaca que la civilización islámica con la que mejor relación tiene es la sínica; de ahí que Huntington argumente una posible alianza de ambas contra Occidente
Huntington argumenta que las tensiones entre las civilizaciones son una constante después de la Guerra Fría. La caída del muro de Berlín supuso también el fin del enfrentamiento ideológico, pero abrió una etapa en el que las civilizaciones dominarían el panorama de las relaciones internacionales. Huntington recalca que el dogma occidental generalizado en la universalidad de los valores y sistemas políticos de Occidente es ingenua y solo genera más antagonismo con otras civilizaciones. Huntington ve a Occidente reacio a aceptar esto porque construyó el sistema internacional, escribió sus leyes y le dio sustancia en la forma de las Naciones Unidas, la OTAN, la UE, etc.
Debido a una pérdida de la influencia de los valores occidentales, y también su pérdida de influencia económica y militar, el auge de otras civilizaciones, como la sínica y el islam, suponen que las relaciones internacionales cada vez serán más complejas. Para Huntington, la civilización sínica de Asia oriental se está afirmando culturalmente y exportando sus valores, dejando a un lado los Occidentales, debido a su rápido crecimiento económico y su influencia cada vez mayor en la política internacional. China tiene como uno de sus objetivos reafirmarse como potencia hegemónica regional, y que otros países de la región “se subirán al carro” de China debido al mayor parentesco cultural y social; un sistema político centrado en un mando piramidal y autoritario, que a su vez está en oposición al individualismo y pluralismo tan valorado en Occidente. Debido a ese parentesco cultural, países como las dos Coreas y Vietnam aceptarán las demandas chinas y apoyarán más a China en lugar de intentar oponerse a ella. Huntington, por lo tanto, argumenta que el ascenso de China supone uno de los problemas más relevantes y la amenaza a largo plazo más peligrosa para Occidente, ya que la afirmación cultural china choca con la política regional de Estados Unidos en el Pacífico.
Huntington argumenta que la civilización islámica ha experimentado una explosión demográfica masiva, la cual ha potenciado la inestabilidad tanto en las fronteras del islam como en su interior. Esta inestabilidad ha supuesto que proliferen movimientos fundamentalistas y que tengan cada vez más apoyo popular. El "Resurgimiento Islámico", defendido por Huntington, incluye la revolución iraní de 1979 y la primera Guerra del Golfo, entre otras. Huntington cree que esto es una consecuencia real de varios factores, incluido el aumento de la juventud musulmana y el crecimiento de la población mencionados anteriormente y la proximidad fronteriza de la civilización islámica a otras muchas civilizaciones: la sínica, la ortodoxa, la occidental y la africana. Como se puede ver en la ilustración anterior, Huntington valora la civilización islámica como un aliado potencial de China, que tiene una aproximación revisionista con los Estados Unidos y comparte conflictos comunes con otras civilizaciones, especialmente con la occidental; en otras palabras, tienen un enemigo común. Particularmente, Huntington identifica intereses chinos e islámicos comunes en áreas como el aumento de gasto en defensa, el acotamiento de los derechos humanos y la interpretación de los valores democráticos que defiende Occidente, pero que chocan con la identidad de otras civilizaciones.
Por otro lado, Rusia, Japón e India son lo que Huntington denomina "civilizaciones oscilantes" y pueden favorecer a cualquiera de los bandos, bien a la civilización sínica o bien a Occidente. Rusia, por ejemplo, choca con los muchos grupos étnicos musulmanes en su frontera sur (como Chechenia) pero, según Huntington, coopera con Irán para evitar más violencia musulmana-ortodoxa en el sur de Rusia y para ayudar a la comercialización del petróleo. Además de esto, Huntington argumenta que existe cada vez más una "conexión chino-islámica" en la que China coopera más estrechamente con Irán, Pakistán y otros estados para aumentar su influencia en la geopolítica internacional.
Con cierta polémica Huntington también defiende que los conflictos de civilizaciones son "particularmente frecuentes entre musulmanes y no musulmanes"; para ello Huntington defiende el concepto de las "fronteras sangrientas" entre las civilizaciones islámicas y no islámicas. Estos conflictos se remontan al avance del Islam en Europa, su eventual expulsión de España en la reconquista de los Reyes Católicos, las guerras de los turcos otomanos en Europa del Este y en Viena, y la división imperial europea de las naciones islámicas en los siglos XIX y XX. Huntington argumenta que algunos de los factores que contribuyen a este conflicto son que tanto el cristianismo (en el que se basa la civilización occidental) como el islam tienen las siguientes características:
Religiones misioneras; buscando el expansionismo mediante la conversión de los demás.
Religiones universales, “un juego de suma cero", en el sentido de que ambas partes creen que solo su fe es la correcta y no hay término medio, no se puede ser musulmán o cristiano a la vez.
Religiones teleológicas; sus valores y creencias representan los objetivos de la existencia del ser humano y como debe vivir y relacionarse con los demás.
¿Occidente contra todos?
Huntington pronostica que en el futuro de la política mundial tenderá a ser un conflicto entre la civilización occidental y no occidentales: un conflicto entre "Occidente y el Resto". Huntington defiende tres escenarios posibles en lo referente a “Occidente contra todos”. El primero, los países no occidentales apostarían por el aislamiento para preservar sus propios valores y protegerse de la invasión occidental. Sin embargo, Huntington argumenta que los costos de esta acción son altos y solo unos pocos estados pueden llevarla a cabo. Como segundo escenario, los países no occidentales pueden unirse y aceptar los valores occidentales, equilibrando la balanza de poder mediante su modernización. El tercer escenario, es que los países no occidentales desarrollen un poder económico y militar y, consecuentemente, cooperen con otros países no occidentales contra Occidente mientras conservan sus propios valores e instituciones. Sin embargo, Huntington en su lado más optimista argumenta que el creciente poder de las civilizaciones no occidentales en la sociedad internacional hará que Occidente comience a desarrollar una mejor comprensión de los fundamentos culturales que subyacen a otras civilizaciones. Por lo tanto, la civilización occidental dejará de ser considerada como "universal" pero las diferentes civilizaciones aprenderán a coexistir y unirse para dar forma al mundo futuro distinto, pero no conflictivo.
Escrito por L